-Te olvidas nuevamente(6),
amigo mío, que nuestra ley no tiende a que una sola clase lo pase
excepcionalmente bien en el Estado, sino que se las compone para que esto
suceda en todo el Estado, armonizándose los ciudadanos por la persuasión o por
la fuerza, haciendo que unos a otros se presten los beneficios que cada uno sea
capaz de prestar a la comunidad. Porque si se forja a tales hombres en el
Estado, no es para permitir que cada uno se vuelva hacia donde le da la gana,
sino para utilizarlos para la consolidación del Estado.
1. Ideas principales.
En
este caso, este párrafo hace mención de una de las principales cuestiones que
apremian en la construcción del estado ideal: qué concepción de justicia debe
utilizarse para desarrollar ese estado.
Dentro
de esa idea de justicia podemos extraer del texto: a) el alcance de esa
justicia, b) el carácter orgánico de esa justicia, y c) su componente
comunitarista y autoritario, contrario al individualismo.
2. Desarrollo:
Exposición del concepto de justicia de Platón.
Siguiendo este texto, ¿qué concepción de la
justicia desarrolla Platón? Para él, la justicia tiene un carácter global, la
búsqueda de un bien general (“no tiende a
que una sola clase lo pase escepcionalmente bien en el estado”). Sin embargo, este "bien" se entiende de forma individual:
la justicia debe ser definida como el dar y exigir a cada cual lo que le
corresponde según su naturaleza, dentro de un estado.
Ese estado, por tanto, estaría articulado
precisamente por las aportaciones que cada grupo puede ofrecer a esa comunidad (“haciendo que unos a otros se presten los
beneficios que cada uno sea capaz de prestar a la comunidad”). Aquí Platón
está planteando su división social entre los gobernantes filósofos (el sabio, mencionado un poco antes en el texto de la República como aquel que
sale de la caverna y contempla las ideas), los guardianes (aquellos cuya alma
estaría representados por la parte irascible), y el estado llano (la parte
dedicada a las actividades económicas, productores). Esta división viene dada
muy de cerca por su mito del carro alado (división del alma en tres partes, que
definen al mismo tiempo estos tres estratos sociales: alma racional, próxima a las ideas, alma irascible y alma concupiscible). Evidentemente, la parte
racional adquiere hegemonía en su planteamiento, en cuanto que Platón es de la
opinión que la característica fundamental del ser humano es esa racionalidad.
¿Cómo es posible todo este planteamiento de la
justicia y del estado en Platón? Porque tenemos una concepción cerrada y definida de lo que es el Bien: Platón deja esto recogido en su teoría
metafísica de las ideas. La idea máxima a la que puede alcanzar ese sabio es
precisamente la idea de Bien, entendida como orden y justicia, cúspide de toda la gradación de ideas.
Fruto de este conocimiento verdadero, Platón
piensa que el estado tiene el derecho a obligar (“por la persuasión o por la fuerza”) a
los ciudadanos a que cumplan su misión dentro de esa sociedad. En cuanto
integrante de esa comunidad, el individuo tiene responsabilidades frente al
resto de la comunidad. No es de esperar que los integrantes del estado llano se
lleguen a interesar por conceptos tan abstractos como la búsqueda de la justicia o que no se dejen llevar por la corrupción (poseer bienes materiales y poder, guiados por su alma concupiscible). Los que son dominados por el alma irascible tampoco mirarán más allá de la gloria militar. Por consiguiente, los únicos candidatos adecuados para el cargo serán los sabios filósofos. En definitiva, el estado resultante platónico resultará altamente paternalista, organicista y autoritario.
3.
Relaciones.
Esta concepción de la justicia rompe abruptamente
con el planteamiento de los sofistas, que suponía el tema de la justicia como
producto de la convención humana (nomos). A diferencia de Platón, no existe
acuerdo en la naturaleza humana. El dar y exigir a cada cual según su
naturaleza implica saber qué es el hombre, y no existe acuerdo para estos
autores. Esto produciría que cada cual tiene su propia concepción de la
justicia, el estado estaría formado por individuos (y no al contrario como en
Platón, donde el estado forma los individuos).
En Platón,
los individuos se disuelven en el estado. Aristóteles, de alguna forma
continuaría con esta idea comunitarista de Platón (el hombre es un ser social,
y fuera de la comunidad, la polis griega, no tiene ninguna posibilidad de
desarrollarse como ser humano). Sin embargo, Aristóteles, mucho más casuístico
y no tan interesado en encontrar un régimen ideal como en el caso de Platón, no
compartirá ni mucho menos su tendencia autoritaria.
4. (Opcional)
En conclusión, el planteamiento de la justicia en Platón ha dejado una larga
estela a lo largo de toda la historia del pensamiento y de la política, no del
todo positiva. Los riesgos autoritarios que implica esta concepción, asociada
indudablemente a todo su sistema metafísico (el conocimiento absoluto de la
verdad y el bien) ha llevado a autores liberales contemporáneos a considerar a
Platón como un “enemigo de la sociedad abierta”, en palabras de K.R.Popper. Los
valores tradicionalmente liberales (tolerancia, libertad de expresión,
regímenes democráticos) son completamente imposibles en la concepción política
de Platón. Sin embargo, no habría que olvidar un componente histórico que
justificaría en Platón esta aversión por nuestra actual concepción de la
política: Platón sufrió la injusticia de ver a su maestro Sócrates condenado a
muerte por un régimen democrático de carácter demagógico.
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