segunda-feira, 25 de fevereiro de 2019

COMENTARIO DE KANT (2º BACHILLERATO)

Para esta ilustración tan sólo se requiere libertad y, a decir verdad, la más inofensiva de cuantas pueden llamarse así: el hacer uso público de la propia razón en todos los terrenos. Actualmente oigo clamar por doquier: ¡No razones!. El oficial ordena: ¡No razones, adiéstrate! El asesor fiscal: ¡no razones y limítate a pagar tus impuestos! El consejero espiritual: ¡No razones, ten fe! (Sólo un único señor en el mundo dice: razonad cuanto queráis y sobre todo lo que gustéis, mas no dejéis de obedecer.) Impera por doquier una restricción de la libertad. Pero, ¿cuál es el límite que la obstaculiza y cuál es el que, bien al contrario, la promueve? He aquí mi respuesta: el uso público de su razón tiene que ser siempre libre y es el único que puede procurar ilustración entre los hombres; en cambio muy a menudo cabe restringir su uso privado, sin que por ello quede particularmente obstaculizado el progreso de la ilustración.
(Intro) El presente texto forma parte de la pequeña obra de Kant ¿qué es la Ilustración?, escrito divulgativo publicado en 1784 (poco antes de la Revolución Francesa) y que pretende fomentar el desarrollo y extensión de las ideas ilustradas, especialmente en relación con la tolerancia religiosa y la libertad de expresión.
(Idea principal) En este párrafo, Kant aborda cómo debemos extender la ilustración lo más rápido posible, y cuál debe ser su requisito fundamental para esa expansión: el uso de la libertad, y en un sentido muy particular, en cuanto expresión de lo que Kant llama como uso público de la razón. Este uso de la libertad no es ilimitado, sino restringido por lo que él denomina el uso privado de la propia razón. Por qué Kant restringe este principio de libertad es precisamente lo que vamos a intentar explicar a continuación.  
(desarrollo) Para Kant, la ilustración significa el paso de la minoría de edad del individuo, sometido a tutores de carácter político o religioso, hacia otro estado –la mayoría de edad- en la que los individuos ganan su autonomía e independencia de juicio. Sin embargo, esa ilustración podía poner en peligro el orden legal establecido si optásemos por una vía revolucionaria, sin además alcanzar un mayor grado de libertad para los individuos (Cambiaríamos un tirano por otro, según Kant). Para evitar esto, Kant opta por el cambio dentro de las instituciones y por una ilustración progresiva, basada en la educación y las reformas, que vayan concediendo gradualmente parcelas de libertad a los individuos sin necesidad de romper ese orden.
Es en este ámbito en el que Kant desarrolla su doble sentido de libertad y al mismo tiempo de obediencia social, como se desprende de su texto. El uso público de la razón implica una idea de libertad, entendida como libertad de expresión e imprenta, especialmente para el campo religioso, artístico y científico. Esta libertad es ejercida por ciudadanos ilustrados y cultos (y por tanto autónomos), que escriben para un público igualmente formado, y en la que ya no cabe ningún lugar para la censura de las autoridades establecidas. Sin embargo, esta libertad tiene como límite fundamental el respeto del orden social. En cuanto que estos mismos individuos autónomos ejercen una función y un puesto concreto dentro de la sociedad establecida, ellos están obligados a respetar y seguir las prescripciones y reglamentos que emanan de ese puesto (por ejemplo, citará Kant, en el caso de un contribuyente, un soldado o un sacerdote, que deben respetar las leyes y jerarquías en cuanto ejercen ese rol social y profesional). Esta distinción la establece Kant como salvaguarda de cualquier conato revolucionario que haga peligrar el orden político vigente (en su caso, la monarquía absoluta de Federico II de Prusia). Universalizar la desobediencia hacia una ley, incluso siendo ella injusta, lleva según Kant a situaciones contraproducentes (y contrarias al imperativo categórico).
(consecuencias políticas) A pesar de su aparente moderación, Kant sabe perfectamente dónde puede extender su noción de libertad más ampliamente: el campo religioso. Es en esta esfera donde el autor se vuelve más exigente y atrevido, solicitando de las autoridades políticas la división entre el estado y las instituciones religiosas, la limitación de toda censura religiosa, y la consideración de la religión como parte de la esfera de decisiones privadas de los individuos, que no conciernen a ninguna autoridad política, incluyendo al monarca absoluto.
Esto último entra dentro del programa típicamente ilustrado y reformista de la Ilustración, que ya había sido esbozado un siglo antes por John Locke, y que otros ilustrados como Voltaire o Diderot habían extendido por Europa, hasta el punto que la tolerancia religiosa y el deísmo (la creencia racional en un ser supremo, creador del universo y el orden moral del mundo) se confunde directamente con el pensamiento de la Ilustración.       
(conclusión). A pesar de incidir aquí en otros autores ilustrados, la tensión del texto se refleja en dos autores contrarios que inspiran a Kant: Rousseau, por un lado, con su defensa de la libertad de los individuos y del derecho de los pueblos a gobernarse ellos mismos (la voluntad general), frente al autoritarismo pesimista de Hobbes, en el que la caída de un orden social nos llevaría inequívocamente a un brutal estado de naturaleza y la consiguiente guerra civil. Kant, a pesar de ser un liberal convencido –hecho que se desprende de su filosofía ética y de su propio imperativo categórico- se ve obligado a navegar en las circunstancias históricas de su tiempo y esto le obliga a aceptar de facto el orden establecido, incluso aunque no se sienta identificado con él plenamente.

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